La declaración de despedida, que de forma tan sorprendente nos hizo el martes pasado, fue una pieza maestra de oratoria, que aportó un diagnóstico perspicaz de los problemas que enfrenta la Comisión.
Mientras duró el almuerzo de despedida, la familia disimuló el nerviosismo con expresiones de júbilo, y celebró con exagerado entusiasmo las ocurrencias del padre Antonio Isabel.